Píldoras de un relato fotográfico de un Egipto apenas tocado, su anacronismo tallado en vida, rostros y paisajes y es por eso que las fotos son en blanco y negro. La historia y sus monumentos se disfrazan de misterio moderno en una genuina y decadente escenografía de un país en eterna transformación pero que parece como en una eterna inmovilidad. Espacios infinitos entre desierto, ladrillos y agua desde el Nilo hasta el Mar Rojo. Un día en el que una tormenta de arena y la impensable lluvia de junio cambian el paisaje y las costumbres de todos , animales incluidos y donde también la Esfinge parece cambiar por un momento su expresión inmortal ,sin luz sin sombras, entre las pirámides y los camellos que avanzan como extraterrestres en un rojizo y marciano paisaje. Viajar sola por Egipto ha sido una experiencia constructiva y ciertamente también muy complicada pero fortalecida a la hora de romper estereotipos y clichés sobre culturas y creencias diferentes a la nuestra.

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